'I believe in you', Michael Bublé.

Quizá todo se base en confiar, en creer, en saber que al final todo irá bien, sentirnos en paz y acorde cuando suena nuestra canción favorita o cuando sentimos el ritmo recorriéndonos enteros haciendo imposible el hecho de que no bailemos.
Qué fácil era sentirse así con la música sonando de fondo, con carcajadas que llenaban la habitación, con miradas que sonreían por sí solas, con ánimo que llegaba de todos lados.
Hoy no vengo a decir que la vida está pintada de mil colores ni que todos los días son espléndidos, pero, sí que nosotros éramos, somos y seremos importantes. Quiero decir que uno podía quedarse con ese gesto que vio en el metro o con la cantidad de veces que se ha tropezado en dos escasas horas.

Seamos capaces de confiar, de dejarnos sorprender, de olvidarnos de los planes preestablecidos dejando a la vida que siga su curso, que vaya por donde ella quiera que nosotros la seguiremos a pesar de que en los altavoces no siempre la canción que nos guste. Aunque, igual ahí estaba el secreto, en bailar siempre sin importar la música, sin importar quién estuviera mirando.
A diecinueve de noviembre, sábado.

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