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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Último día del año.

Este año ha estado repleto de cambios, de momentos nuevos empezados siempre con un poco de miedo, con un poco de timidez incluso, pero con las ganas de aventura, con el optimismo y con la ilusión siempre presentes. Sin olvidarse de disfrutar cada momento como si fuera el último, sin perderse cada una de las sonrisas que se esconden aunque con fijarse un poco era suficiente, sin dejarnos a nadie por abrazar con el alma, sin acostarnos antes de las doce porque nos quedamos bailando hasta las tantas, sin negar un bonito gesto que nos sale desde lo más profundo de nosotros mismos. Y por supuesto siempre acordándonos de sentir la libertad en cada soplo del viento que nos removía el pelo, de darle la importancia necesaria a las únicas cosas que las tengan, de darlo todo por los que siempre están y de por supuesto ser feliz. ¡Benditos cambios! Afrontemos los nuevos retos aunque el viento sople en contra, aunque el oleaje esté salvaje, tomemos el timón de nuestro propio barco y dirijámono

Sensaciones.

Qué bonita sensación la de pasear con la noche encima, la de sentir los granos de arena revoltosos por la planta de los pies, la de soltarse el pelo y sentir cómo revolotea en todas las direcciones, saber que va a acabar enredado pero en ese momento no importa nada más que esa sensación de aquel instante. Esa sensación que de vez en cuando nos recorre enteros, quizá en algún tren perdido, a lo mejor al ver recuerdos encerrados en una caja que cuando la abrimos iluminan toda la habitación o incluso al escuchar una canción que nos dé las ganas y la ilusión que en determinadas ocasiones faltan. Aunque, no hay mejor sensación que todo esto se repita día sí y día también, así que llénate la cabeza de ideas locas, de carcajadas, de ilusiones y de sueños y lucha contra viento y marea para que el corazón sonría siempre. A ya veintidós de diciembre, jueves.

Magia.

Igual la magia sí que existe: en la magia de los comienzos, en la primera sonrisa, en el primer hola, en la primera broma, en el primer guiño de ojos, en el primer beso, en los primeros. Por supuesto que también tenían magia los finales, en cómo devoramos las últimas páginas de nuestro libro favorito, cómo las lágrimas no paran de salir después de cerrar el cajón de nuestros recuerdos o después de recordar a aquellos que ya no están. Pero, encuentra y rodéate de aquellos que sepan encontrar y hacerte ver la magia de los intermedios, de los días comunes, de la rutina, de los que sepan hacerte feliz sea como sea, empleando todas y cada una de las herramientas que tengan. A dieciséis de diciembre, viernes.

Poesía.

Y qué bonito que seamos capaces de encontrar poesía por cada rincón que pasemos, por cada gota que cae sobre ese chubasquero amarillo, por ese humo del café que se escapa subiendo hasta las nubes, por cada sonrisa perdida en algún domingo de otoño, por todas esas calles inundadas de hojas y llenas de colores marrones y ocres. Encuentra poesía allá donde vayas, quizá algún dibujo que te inspire, un gesto sencillo pero detallista, un guiño de ojos entre dos desconocidos, aunque, sinceramente, para poder encontrar algo había que empezar por crearlo. Así que, sé valiente y échale un órdago a la vida: sé poesía. A dieciséis de diciembre, viernes.

Canciones que nos atrapan.

A veces todo lo que necesitamos es subir un poco más el volumen de la música, bailar con cada canción con todas las ganas que tenemos guardadas, cantar como si nuestros pulmones nunca se quedaran sin aire, sentir cada letra y hacer nuestro ese instante. Y en ese momento, sientes que las buenas sensaciones te recorren de arriba a abajo. Y qué bonito volver a tener esa sensación una y otra vez, todas las que quieras, como si pudieras ponerla en modo repetición, como si la hubieras guardado en una caja que siempre pudieras abrir, como que esa sensación de alegría volvía cuando escuchabas la canción y sonreías a más no poder. A once de diciembre, domingo.

Como en casa.

Y que la lluvia nos empape, que nos cale enteros, que se cuele por nuestra nuca recorriéndonos toda la espalda, que nos moje todos los millones de pelos que tenemos en la cabeza y que llegue hasta la sonrisa. Pero, encuentra a esas personas que te hacen estar como en casa, que hacen que cuando estás con ellos, no haya frío ni lluvia que te moleste, que sean como un pequeño refugio, como un hogar al que acudir para que nos sintamos como si estuviéramos siempre con un paraguas protegiéndonos de la lluvia, con un abrigo en contra del frío y con un Sol propio brillando únicamente para cada uno. A tres de diciembre, sábado.