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Mostrando entradas de mayo, 2015

(Paréntesis)

El Sol brillaba con fuerza, hacía calor, se notaba ya cómo habíamos pasado el calendario hasta mayo, mes del amor. ¿Por qué no? Las flores ya están vivas, ya no son tímidas, han salido, han brotado, de semilla a flor han pasado. La alegría nos inundaba por dentro, y por supuesto que nosotros dejábamos que lo hiciera, vamos, entra, la susurrábamos, para que nadie nos escuchara y entonces se fuera. Quédate, la suplicábamos, una y otra vez. Fíjate si éramos necios, que no dejábamos que se fuera, queríamos atraparla y dejarla con nosotros. La abríamos la puerta para entrar, de par en par, y según se quería ir, se la cerrábamos, estábamos demasiado bien así. Ella empujaba para salir. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis... Perdí la cuenta cuando llegó a la cien. La puerta se rompió, resquebrajados quedaron sus pequeños trozos. Ahora no sabíamos qué hacer, solamente aparecía un problema detrás de otro. Llegó la soledad y el dolor, juntos de la mano, la puerta estaba abierta y los inten

Océanos llenos para nadar en ellos.

No eran los ojos, era tu mirada. Un océano lleno de dudas, me sumergía en él, hasta el fondo y ahí me perdía. Pero fíjate, que estaba debajo del mar y no me ahogaba. Recorrí cada milímetro que existía por ahí, nadé y seguí nadando; todavía quedaba algo que encontrar. Y de repente, sin darme cuenta, ya lo tenía. Justo ahí, delante de mis narices. La ilusión me hizo avanzar, despacio, nadando, poco a poco, y cuando lo iba a rozar, se fue. Quizá no fuera algo malo que hubiera desaparecido, solamente allí estaba yo, otra vez, dentro de mí. Y a pesar de haberlo tenido justo delante, no quería volver a ir en su búsqueda, tendría que aparecer cuando tuviera que hacerlo. Quizá en un momento, quizá en otro. Mañana tal vez, o pasado, quién sabe. Pero eso nos mantenía vivos, ¿cuándo te alcanzaré? Era difícil, se escapaba de tus manos como lo hace el jabón y dura tan poco como el latido del corazón. Rápido, lo tienes, rápido, se ha ido. Así, continuamente. Pero eso nos hace disfrutarlo,

Nos iba eso de complicarnos la vida.

Sonríe. Porque sí. ¿Por qué no? Quizá esa era la pregunta a todo, en vez de: ¿por qué? En serio, que es mejor asumir que las cosas pasan, queramos o no. Que todos cometemos fallos, y que por mucho que a todos nos gustaría volver a atrás, eso no va a pasar. Ojalá, ¿verdad? Pero bueno, continuemos que eso no es a lo que voy. A lo largo de la vida, te dan miles de consejos y de advertencias: "que si mires al cruzar", "que si tengas cuidado" que blablabla. Siempre las mismas frases, pero que por algo se dicen. La pena es que éramos demasiado jóvenes y nos daba (casi) todo igual. Vivíamos con el "Carpe Diem" en la boca sin pensar en las consecuencias, pero vamos a ver, que éramos adolescentes, ¿qué pretendíamos? Eso mismo. Vivir. Vivir con esas ganas y con esa ilusión que nada ni nadie te podían quitar. Esas sonrisas nerviosas antes de ver (al que creías que era) al amor de tu vida. Pero y a mí qué. Que dirán lo que quieran de nosotros, que si muy jóvenes