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Mostrando entradas de octubre, 2017

Tú y el mar, el mar y tú.

El mar me hace sentir la libertad. Me siento libre cuando me sumerjo hasta el fondo y noto ese toque sabor a sal en tus labios al besarte. También siento que puedo devorar al mundo cuando el viento sopla tan fuerte que me revuelve el pelo a su antojo, unos mechones hacia el Norte de la brújula y otros hacia el Este. Parece que la libertad incrementa a medida que el aire sopla con más fuerza, tanta, que llega a reventar las olas con cada vez más ganas. Choca contra las rocas de los acantilados, desgastándolas con cada ida y venida. Es el mar a quien escucho en las caracolas que coloco en mi oído. Es el mar el que me hace sentir con la libertad dentro de mí. Es el mar al único que puedo disfrutar en la playa, cuando la tímida arena se cuela por los huecos de mis dedos. Sin embargo, tú consigues llenarme de tantas ganas (o más) con el simple hecho de sonreírme mirándome a los ojos mientras me das la mano. A dieciocho de octubre, miércoles.

Once.

Hoy, día once de octubre, he experimentado (de nuevo) lo bonito que es estar viva. Sonreír mucho. Bueno, mucho no, muchísimo, que nunca está de más y siempre tiene cierto toque optimista que ilumina el día del resto. Correr y sentir el alma ardiendo por dentro, cómo las pulsaciones se aceleran y notar cada contracción del corazón, cómo late cada vez más rápido, cómo tu respiración se revuelve y forma un huracán. Un huracán de energía y buenas vibraciones que te inundan por dentro, llenándote de ganas de seguir hacia delante, de afrontar lo que venga y, sobre todo, de ser feliz. Ser feliz y transmitirlo, a quien sea, como sea, logrando ser el cambio que quieres ver en el mundo. Dame la mano, vamos a intentarlo, seguro que no es tan difícil. A once de octubre, miércoles.