Tú y el mar, el mar y tú.

El mar me hace sentir la libertad. Me siento libre cuando me sumerjo hasta el fondo y noto ese toque sabor a sal en tus labios al besarte.
También siento que puedo devorar al mundo cuando el viento sopla tan fuerte que me revuelve el pelo a su antojo, unos mechones hacia el Norte de la brújula y otros hacia el Este. Parece que la libertad incrementa a medida que el aire sopla con más fuerza, tanta, que llega a reventar las olas con cada vez más ganas. Choca contra las rocas de los acantilados, desgastándolas con cada ida y venida.
Es el mar a quien escucho en las caracolas que coloco en mi oído.
Es el mar el que me hace sentir con la libertad dentro de mí.
Es el mar al único que puedo disfrutar en la playa, cuando la tímida arena se cuela por los huecos de mis dedos.
Sin embargo, tú consigues llenarme de tantas ganas (o más) con el simple hecho de sonreírme mirándome a los ojos mientras me das la mano.
A dieciocho de octubre, miércoles.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Cómo dibujarías la libertad?

El arte.

Dieciocho.