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Mostrando entradas de febrero, 2016

Otra de sábado.

Como que quieres apartar las ilusiones, pero las dejas ahí, de lado, bien guardadas y de repente estallan. Estallan tan fuerte como una carcajada, así, espontánea, de repente. Alta. Más de lo que creías, pero en ese momento, no aguantas y te sigues riendo, todo el mundo se gira pero a ti te da igual, porque en ese momento, la vida parece un poquito mejor. Otra vez, a sábado 20 de febrero.

Sábados.

Tengo tantas ganas de volar alto, de surcar los cielos como un pájaro, de ver las nubes de cerca para ver si son como todo niño imagina, de dulce algodón blanco. Sobrevolar ciudades enteras y de vez en cuando, parar. Quedarme mirando a toda la gente que pasa, cada uno con su vida, con sus pensamientos, con sus miedos, con ellos mismos. Me encantaba soñar y apostar por todos nosotros, ya no solo por mí, ni tampoco por ti, si no por todos. Soñar y creerme que cambiar el mundo era posible, verme capaz de aportar un granito de arena en este mundo que poco a poco va decayendo. Sé que podemos lograrlo, sé que somos mejores de lo que pensamos, sé que todos necesitamos conseguirlo. Nunca paro de soñar y me gustaría no dejar de hacerlo, seguir luchando por mis valores, defenderlos, sentirme orgullosa de ellos y jamás dejando que me los pisoteen. Que sin ellos no soy nada, que yo soy lo que soy, que el mundo puede verme así, ahora mismo si hace falta, no me importa. Qué bonito era que uno se

Con una sonrisa era suficiente.

Date el lujo de disfrutar de la vida, de agradecer los mínimos detalles y no esperar grandes cosas, simplemente déjate sorprender por lo que depare el futuro. Nos gustaba tener todo bajo control, tener los horarios totalmente calculados, pero de vez en cuando, nos gustaba olvidar que la rutina estaba siempre presente y queríamos darnos cuenta de que realmente el día a día valía la pena. Todo depende del punto de vista, de hacia dónde mires y desde dónde. Ten en cuenta eso. Sonríe un poco, que nunca viene mal. A 19 de febrero, viernes.

Solamente quería.

Me encantaba sonreírle un poquito a la vida, solamente de vez en cuando, claro que no siempre se lo merecía ni mucho menos me apetecía. Solamente quería disfrutar de cada abrazo, de cada reencuentro, de cada sorpresa, de cada momento, de cada carcajada, de cada baile, de cada canción. Quizá pedía demasiado, aunque para mí no era siquiera suficiente. Siempre quería volver a repetir el momento una última vez. Quería repetirlo, volver a vivir lo que sentí en ese momento pero no me daba cuenta de que la próxima vez, el próximo momento, la próxima ocasión, sería muchísimo mejor. A 15 de febrero, lunes.

¿Qué es poesía?

Qué ilusos, querían escribir poesía pero no se daban cuenta de que se escribía sola. Solamente había que coger el boli, lápiz o incluso la pluma, ponerlo sobre un papel, y tu mano casi se movería por sí misma. Escribiría versos cortos una vez y largos otra. Los temas daban igual. Pasaba de hablar de un extremo de la línea al otro, decir que era infinita, ancha, fina, que nunca nadie se caería de ella. Cómo crecían las flores de la tierra sucia y cansada de todas las estaciones, pero la primavera era el toque de alegría que estaba en todas las habitaciones, en todos los rincones, en todas las canciones. La primavera siempre volvía llena de fuerza, alegría y esperanza, llegaba con ganas y llenaba por dentro. De vez en cuando rimaba la Luna reflejada sobre el suave oleaje, cansado de intentar siempre llamar la atención porque los únicos que la hacían caso eran los marineros que incluso la llamaban la mar. Personificándola, como si fuera una mujer a la que siempre llevarían bajo su pie