Rimarnos.
Inundarnos por dentro, llenar el alma, olvidar el vacío interno. Recordar lo bonita que es la vida cada mañana, al despertar, según abramos los ojos no dejemos de soñar. Y volar. Lo más alto que podamos. Imaginación o realidad. Recuerdos felices de momentos eternos que se dan la mano para no separarse jamás. Y gritar. Soltar todo lo que llevamos dentro. Y una vez que hayan estallado los pulmones de ganas de vivir, volvernos a llenar otra vez de futuros, olvidándonos del pasado por un rato y listos para ser presente siempre. A nueve de mayo, miércoles.