Último día del año.

Este año ha estado repleto de cambios, de momentos nuevos empezados siempre con un poco de miedo, con un poco de timidez incluso, pero con las ganas de aventura, con el optimismo y con la ilusión siempre presentes.
Sin olvidarse de disfrutar cada momento como si fuera el último, sin perderse cada una de las sonrisas que se esconden aunque con fijarse un poco era suficiente, sin dejarnos a nadie por abrazar con el alma, sin acostarnos antes de las doce porque nos quedamos bailando hasta las tantas, sin negar un bonito gesto que nos sale desde lo más profundo de nosotros mismos.
Y por supuesto siempre acordándonos de sentir la libertad en cada soplo del viento que nos removía el pelo, de darle la importancia necesaria a las únicas cosas que las tengan, de darlo todo por los que siempre están y de por supuesto ser feliz.
¡Benditos cambios!
Afrontemos los nuevos retos aunque el viento sople en contra, aunque el oleaje esté salvaje, tomemos el timón de nuestro propio barco y dirijámonos hacia mar adentro.
A treinta y uno de diciembre.

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