Pupilas, iris, colores.

Qué importante son las miradas y, cuánto dicen. Fíjate bien, que a veces sonríen sin que hagan falta sonrisas, a veces lloran sin que se necesiten lágrimas.
Lo único necesario era perderse en ese agujero negro que era la pupila y, que, a veces, pasaba desapercibida con el iris. Se fundían la una con el otro, dándose la mano sin cortarse ni un pelo, siendo libres y corriendo en contra del viento.
Vamos, mira todo lo que está a tu alrededor, disfruta de ello, dejando que los colores te llenen, que tus ojos se impregnen de esos ocres que rodeaban e iluminaban nuestro mundo, que estaba plenamente repleto de millones de variedades de círculos cromáticos.
A tres de noviembre, jueves.

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