Ideas, trenes, sonrisas.

Ahora mismo hay miles de ideas recorriendo mi mente, pasan como trenes, todos a la vez. No puedo subirme en todos. Elijo uno, el de la tercera vía y corro para cogerlo, antes de que las puertas se me cierren en las narices. No me he parado a ver a dónde me llevaba, por qué paradas pasaba o cuál es mi destino.
Quizá, porque, a veces, teníamos que dejar que el futuro surgiese al azar, que fuera tan incierto que nunca nos imaginásemos qué pasaría en los próximos minutos o, incluso, segundos.
Miro por la ventana y me pongo a pensar. Bueno, más bien, me quedo con algunos que otros recuerdos y no paro de reproducirlos en mi cabeza. Como si fueran una película y la banda sonora fuera la canción que estaba sonando en ese preciso instante en mis auriculares blancos.
Seamos nuestros propios directores de cine, seamos los actores, los protagonistas, los escritores, los pintores. Dirijamos la película de nuestra vida, interpretemos el papel que siempre habíamos soñado, escribamos sobre un presente por el que merecía la pena vivir, pintemos sonrisas llenas de alegría, de optimismo, de ilusión, de esperanza, de ganas, de vida.
Al fin y al cabo, sonriamos, que siempre combinará con todo.
A diecinueve de septiembre, lunes.

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