Lluvia y otoño:

Domingos con sabor a domingo.
No llueve, pero la humedad se respira en la habitación.
Ya no hace tanto calor ni se necesitan abrir las ventanas, el frío se cuela por cualquier resquicio e inunda todo.
Congela hasta los sentimientos que están más al fondo del corazón.
Los atrapa, los envuelve y hace que pesen. Como si dolieran y eso nos impidiera levantarnos.
Llega el otoño con fuerza y la caída de las hojas se tiñe un tanto nostálgica.
Y mientras la lluvia empieza a golpear con fuerza los cristales, me imagino la alegría con la que la primavera llegará este año, pintándonos la vida y el alma de colores.

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