El Norte ya no es mi guía:

Mirar más allá, justo al fondo del horizonte, donde las pupilas no alcanzan a bailar con la luz y tenemos que dejar libre la imaginación.
Liberarla de las cadenas de la represión.
Llegar a lo inimaginable.
Surcar las nubes y el mar.
Y navegar.
Sin brújulas y sin rumbo, dejándonos llevar por el vaivén de las olas.
Y, sobre todo, guiándonos por nuestras ganas de vivir.

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