El mar en calma nunca enseñó cómo navegar:

He escuchado que todo está a punto de arder.
Lo siento en el alma.
Cómo se resquebraja para soltarlo todo en un áspero suspiro.
Justo en ese instante en el que todo estalla, todo es tormenta, ruidos de truenos, destellos de relámpagos y miedos rotos por los rayos.
Los sonidos revientan los tímpanos y nuestros ojos resplandecen llenos de color.
Y, de repente, nada. Silencio. Calma. Tranquilidad.
De vuelta a escuchar el oleaje en calma y la Luna brilla con más fuerza que nunca, reflejándose llena y orgullosa sobre el agua.
La arena húmeda se cuela entre los dedos de mis pies, tímida y a la vez sin vergüenza. Respiro hondo y me da la sensación que las piezas del puzzle vuelven todas a encajar a la perfección.

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