Melodías, acordes y bailes.

¿Qué melodía elegirías para tu día a día?
¿Qué canción tocarías si fuera la banda sonora de tu propia película?
Hay miles de notas, millones y millones de canciones y de compositores y, como es de suponer, los oyentes somos incapaces de decidirnos por una sola.
Quizá estaría bien elegir una música clásica, quizá solamente un piano para los momentos tristes, para las despedidas igual era mejor un violín y para los reencuentros a saber qué.
Cada momento que se vive suena de una manera única, de una manera especial convirtiéndolo en ese momento y no en otro cualquiera. La banda sonora de toda una vida no dura unos escasos segundos, se suceden muchísimas cuerdas rasgadas y teclas acariciadas hasta que se llegan a varios minutos y, quién sabe si no se puede alcanzar alguna que otra hora. 
La melodía puede ser triste y cansada o alegre, pero, al fin y al cabo, tú eres quien baila a su ritmo, en quien están puestos todos los focos de aquel escenario tan grande en el que había miles de personajes pero en el que, solamente tú eras el protagonista.
Cómo me gustaría poder elegir la banda sonora, escucharla una y otra vez recordando cada momento con su melodía, pensando en aquel hasta luego que pasó a ser un adiós o en aquella sonrisa que nunca se apagaría en mi corazón. 
Puede ser que no sean los momentos los que suenen, puede ser que al fin y al cabo, nosotros mismos seamos nuestra propia música e incluso los bailarines de la historia.
A treinta de junio, jueves.

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