Y lo preciosos que son los mares, qué.

Fíjate en el mar,
cómo llega hasta el horizonte,
y se esconde,
como un niño pequeño cuando ha hecho una trastada.

Y quién sabe,
quizá lo sea,
o quizá no.

Cuando está tranquilo,
juguetea con las olas,
haciendo que lleguen a la orilla,
pero que vuelvan hacia él,
que siempre vuelvan.

Cuando está enfadado,
ya no juguetea con las olas,
las arroja contra los acantilados,
soltando su rabia contentida,
llevándose todo consigo.

Y quizá sea un niño pequeño,
o quizá no,
quién sabe,
quién sabrá.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Cómo dibujarías la libertad?

El arte.

Dieciocho.