El escondite perfecto:

Hay quienes creemos en la magia. Magia que aparece en las (no) casualidades, en una sonrisa sincera, en una mirada que te confiesa lo más profundo, en un abrazo en el que el único objetivo es el de acercar los corazones, para que su compás consiga unirse y latir a la vez.
A veces la magia es tímida. Se esconde. Se mete dentro de una caracola, esperando a que acabe de contar diez y vaya a buscarla. Es su escondite de siempre. Es fácil encontrarla.
Otras veces quiere gritar que está ahí. Que no sólo aparece en los trucos, que es el rugido del mar y el vaivén del oleaje el que nos muestra el reflejo de la Luna para que nos demos cuenta de que siempre va a estar ahí, por mucho que se esconda.
Quizá por eso el mar siempre tuvo envidia de aquella caracola que hacía de escondite perfecto, de forma que si la tomamos entre nuestras manos y la colocamos al oído, podremos escuchar el rugido del océano que nunca, nunca, nunca cesa.

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