La pequeña París.

Todos hablamos de lo bonito que debe ser París. Créeme que lo es.
Qué os voy a decir de la Torre Eiffel que no hayáis visto ya en fotos. Quizá hayáis visto la típica foto justo desde abajo, mostrando toda ella en sí. Quizá hayáis visto la foto desde su planta más alta.
Pero no es lo mismo ver una foto, que saber que tú has estado donde la foto, que estuviste ahí, viéndolo en persona. Estamos enamorados de sitios y cuando vamos, es una sensación increíble.
Cómo el viento te sopla en la cara poniéndote el pelo en ella, te incordia, te estorba. Pero estás en París.
Bajas de la Torre Eiffel y vas al Arco de Triunfo, no podía faltar. Y pasas a través de sus enormes columnas y subes la barbilla hasta que tus ojos se encuentran con nombres tallados. Y bajas la vista. Sonríes. Estás en París. Subes las escaleras, infernales por cierto, y llegas hasta lo más alto de él. Aprecia la imagen más bonita de París. Ves la Torre Eiffel y también sus pequeñas calles, cómo se encuentran unas con otras aunque sólo al final de ellas. París es precioso, haz todas las fotos que quieras, que al final, aunque salgan borrosas, acabarás sin borrarlas. Porque cada foto se hizo en un momento distinto, y cada momento un sentimiento, por eso no borrarás nada, porque sería como borrar lo que sentiste en ese momento.
Crees que es hora de bajar, pero disfrutas un poco más de las vistas y ya que estás, de la vida. Miras a tu alrededor, da igual que te gires y mires donde sea, que verás París.
Bajas y vas a Notre-Dame. A la espectacular Notre-Dame. Quizá es de lo más bonito de París, pero claro, qué no es precioso allí. Y ya aparte de los grandes monumentos, también están sus rincones, sus pequeños cafés o bares al final de la calle. París es una ciudad de recuerdos, y es lo que me llevo de allí. Recuerdos preciosos que jamás olvidaré. Y si los olvido, tendré a esas miles de fotos para recordarme lo que fue.

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