Voz morada.

Que grite todo el mundo y que se oiga como si fuera una única voz, voz que no calla y que no va a callar. Voz que grita desgarrada por las que ya no están. Voz que lucha por el presente y el futuro, sin olvidar el pasado. Voz que es tan fuerte porque la han quitado tanto, que ya ni tiene miedo.
Una voz al unísono resonando por la ciudad, llegando hasta los rincones por los que nadie pasa y rebotando con su eco, iluminando, orgullosa, con su grito.
La sensación de sentir cómo la garganta estalla en cuanto una voz se alza por encima y, acto seguido, todas la siguen. No vamos a parar. Esto es sólo el principio.
A dieciséis de enero, miércoles.

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