¿Me acompañas?

¿Hasta qué punto la realidad es real y no ficticia?
¿Son acaso los sueños irreales por no encontrarse en la dimensión del despertar?
¿Es siempre real y nunca ficticio lo que vemos, sentimos u oímos aunque las apariencias engañen?
¿Dónde está el límite entre lo que podemos imaginar y soñar frente a lo que podemos hacer? Pero, ¿hay siquiera límite que nos separe, que nos divida?
¿Hasta qué punto estaría alguien dispuesto a llegar para atravesar la barrera (si hay) entre lo ficticio y lo real?
Haya o no haya, yo no puedo quedarme con esta duda que me corroe por dentro. Estoy más que dispuesta a resolverlo, ¿me acompañas?
A doce de febrero, lunes.

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