Y que reviente el mundo.

Y que reviente el mundo, que nos estallemos por dentro, que expulsemos todo, que gritemos a viva voz hasta quedarnos sin respiración y agotar a nuestros pulmones, que corramos hasta que sintamos arder la garganta y al corazón casi saliéndose del pecho, que bailemos toda la noche y que el Sol nos pille bailando, que riamos hasta que nos duelan las mejillas, que saltemos tan alto que rocemos las nubes con las yemas de los dedos, que soñemos hasta donde nuestra imaginación nos deje, que saltemos los charcos y empaparnos enteros, que sintamos la vida recorriéndonos por dentro y dejándonos llevar por las ganas y el optimismo.
A ocho de diciembre, viernes.

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